En tiempo de  vacas flacas, los vecinos optan por ahorrar y cuidar los ingresos al hogar. Otra forma más económica es comprar usado o reciclado aquello que otros ya no utilizan y en este sentido las ferias americanas son las que proliferan en la ciudad.

Los días sábados, de 14 a 17 horas, en la calle 164 entre 26 y 27 funciona desde hace un año y medio una feria de  ropa usada y reciclada que congrega a familias como una alternativa buena y barata.

“Soy feriante de casi dos años, seguí a mi hija, porque un día la vi con tantas cosas y le pregunté a donde iba. ‘A una feria, mamá’, me contestó y le dije, ‘vamos y te ayudo’ y desde ahí me prendí yo para salir adelante, yo trabajo y como está un poco flojo, decidí emprenderlo porque me gustó porque es familiar”, resalta Patricia Sosa, una asidua concurrente a estos encuentro.

Por su parte, Liliana Arias, que es una de las primeras en agruparse en la feria americana, comenta que “es artesana recicladora” y que con  todo lo que sea desechos de botella de plástico y cartón hace sus creaciones que vende todos los sábados.

“Mi necesidad fue más mental que económica, porque encontré un grupo bárbaro de amigos y charlas, es para despejarte la mente”, exclama.

De todos modos, afirma que “por supuesto que lo económico también favorece, pero esto es comunitario, lo hacemos por necesidad de la gente”.