Panorama político de la semana

Vidal saca cuentas y el peronismo se reacomoda

Por JOSE PICON (*)

María Eugenia Vidal presentó finalmente su gabinete, un conglomerado de ministros en el que abundan los perfiles técnicos de funcionarios con experiencia porteña. Un puñado de políticos propios y apenas un cargo de relevancia para el radicalismo, completan el elenco de primeras figuras que la mandataria electa pondrá en funciones el viernes próximo.

Vidal ha buceado en los antecedentes de cada integrante de su equipo más allá de las pertenencias políticas. El desenlace de la larga historia de dimes y diretes que se generó en torno de quien ocuparía el ministerio de Salud, es revelador.

Por esa cartera pujó el radicalismo. Y lo hizo en medio de sus siempre presentes disputas internas. El ex diputado provincial Luis Blanco, auspiciado por el vicegobernador electo Daniel Salvador, era quien, a priori, parecía contar con las mejores chances. Pero no pasó el filtro de Vidal.

OTROS NOMBRES

Aparecieron otros nombres y hasta la mesa de Salud del Comité Provincia expuso ante la mandataria su plan para el área, una disertación de varios profesionales que duró más de una hora mientras Vidal escuchaba en su coqueto despacho de la nueva sede de la jefatura del Gobierno porteño en Parque Patricios.

“En unos días le contesto”, cuentan que respondió. En ese lapso se terminó inclinando por Zulma Ortiz, una profesional, especialista en epidemiología que también trabaja para Unicef. Cuentan que a ese desenlace contribuyó las peleas en el radicalismo: sectores del centenario partido habrían operado para evitar que otro candidato propio se quedara con la cartera sanitaria ante el veto a Blanco.

La mandataria electa está concentrada ahora, en una de sus principales inquietudes: la situación financiera de la Provincia.

Ya se sabe que la flamante administración de Cambiemos necesitará de una ayuda nacional de 10 mil millones de pesos para pagar en tiempo y forma sueldos de diciembre y el aguinaldo a los 650 mil empleados estatales.

Ese auxilio, según proyectan en el equipo del ministro de Economía, Hernán Lacunza, debería extenderse, por lo menos, hasta marzo.

También se trabaja sobre una ingeniería financiera tendiente a evitar sobresaltos con las cuentas y atender demandas históricas en materia de Infraestructura, Educación y Seguridad. Para este año, la administración saliente de Daniel Scioli pidió a la Legislatura una autorización para endeudarse de cerca de 20 mil millones de pesos. El gobierno de Cambiemos analiza solicitar que ese permiso salte a cerca de 70 mil millones.

PRIORIDADES

Esa falta de recursos obligará a la nueva gestión a dosificar la avalancha de ayudas que llegan desde los municipios cuyos intendentes buscan eludir el costo político y social de no pagar sueldos.

Por eso, una de las primeras medidas de Vidal será recibir a los alcaldes para conocer de primera mano la situación de cada uno de los distritos.

Ya hay un esquema dando vueltas: en busca de garantizar la gobernabilidad, estarán en la lista de prioridades para el aporte de fondos aquellos intendentes que arrancan gestión, varios de ellos pertenecientes a Cambiemos.

Los futuros funcionarios trabajan también contrareloj en la definición del Presupuesto 2016, luego de que se convencieran de que no puede haber dilaciones en el paso de ese proyecto clave por la Legislatura.

Cuentan que fue un experimentado legislador opositor el que hizo llegar ese consejo a altos funcionarios del próximo gobierno, luego de escuchar alguna idea de girar recién en marzo esa iniciativa clave. “Las manos están ahora; en marzo nadie sabe lo que puede pasar”, alertó. El proyecto ingresará ente el 10 y el 15 de este mes.

En la Legislatura, donde Cambiemos acaba de sellar un acuerdo de gobernabilidad con el Frente Renovador y el Gen, se produjeron una serie de movimientos que son interpretados como la antesala de la disputa que se viene en el Frente para la Victoria.

En la Cámara de Diputados la pelea se saldó a los gritos y con un reparto de espacios que dio paso a una tregua precaria. En el Senado, en cambio, directamente no hubo acuerdo y el bloque del FpV estalló por los aires.

De un lado quedaron los legisladores de La Cámpora más el todavía secretario de Seguridad, Sergio Berni, y Mónica Macha, la esposa de Martín Sabbatella. Del otro, las expresiones del peronismo no camporista en las que abrevan sectores ligados a Fernando Espinoza, Julián Domínguez y el sciolismo.

Esa geografía se exhibe como un anticipo de los nuevos tiempos. El FpV perdió a los sectores peronistas más tradicionales que ahora buscan reagruparse para enfrentar “a los pibitos”, como llaman despectivamente a los integrantes de la agrupación que lidera Máximo Kirchner.

Para quienes conocen los movimientos que se están generando en el oficialismo, esa crisis no sorprende: refleja los reacomodamientos post electorales tras la sonora derrota de octubre y en el ballotage.

Lo que se preanuncia es una puja de poder cuya primera estación acaso sea la conducción del peronismo provincial. Un grupo de intendentes del Conurbano, entre ellos Espinoza, trabaja en el diseño de una movida tendiente a que el peronismo sea conducido por algún jefe territorial.

El sciolismo, en tanto, sueña con que ese cargo quede para el todavía gobernador, con la idea de reconstruir su proyecto político. Y busca aglutinar a una serie de alcaldes jóvenes como Mariano Cascallares (Almirante Brown), Juan Zabaleta (Hurlingham), Gustavo Menéndez (Merlo) y Ariel Sujarchuk (Pilar).

Por ahora, ambos sectores quedaron del mismo lado del mostrador en la puja desatada contra La Cámpora.

El kirchnerismo puro afronta así la primera rebelión de los jefes territoriales que quedaron en pie tras el paso de la ola amarilla de Cambiemos. La derrota electoral y la salida del poder de Cristina Kirchner abren la grieta para que escurra la efervescencia contenida que vivió el oficialismo en la última década.

(*) Periodista de la sección Política

Fuente: EL DIA

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