Tras cumplir 81 años en nuestra ciudad, el Club Camoatí, ubicado en calle 153 entre 8 y 9, se mantiene erguido gracias el esfuerzo de un grupo de colaboradores que, a pulmón, brega por continuar con este ícono berissense.
“La historia del Club es muy linda. Quienes estamos seguimos la herencia para ser parte de algo de lo que no nos podemos alejar”, expresó Sebastián Ifran, como parte del equipo que no lo deja decaer.
Con dimensiones que distan mucho de la fachada inicial, el mantenimiento cotidiano se hizo cuesta arriba. Situación que empeoró con el paso del tiempo y la falta de responsabilidad de ciertos referentes.
Sin embargo, quienes actualmente se pusieron al hombro la tarea de revertir la cuestión tomaron la pandemia como el puntapié para encarar una olla solidaria que por cierto tuvo mucho éxito.
Los sábados al mediodía eran el punto de encuentro de vecinos que recibían la ayuda de tantos otros que durante la semana donaban alimentos para tal fin. “Fue lindo y feo a la vez, por la tristeza del momento”, recordó.
A partir de allí, los recursos son enteramente a pulmón, con rifas, el alquiler de los salones y la cuota mensual de socios de tan sólo cien pesos. Algo que se toma como un incentivo “porque queremos que esto sea un lugar familiar”.
“Somos pocos pero valemos mucho”, destacó, agradeciendo también a quienes llevan a cabo las actividades o concurren a diario.
Actualmente los entrenamientos están abocados a la disciplina de taekwondo, pero de a poco se piensa ir sumado diversas variantes y una secretaría que ya está en proceso.
De todas formas, al ser un club de puertas abiertas Sebastián abrió la invitación a todos aquellos que quieran ser parte de esta nueva etapa que promete un fuerte crecimiento.