Puro compromiso

Don Bosco, el trabajo con “los pibes y pibas” y la necesidad de un espacio propio

“Cada vez que nos mudamos dejamos un pedacito de nosotros”.
“Cada vez que nos mudamos dejamos un pedacito de nosotros”.

Luego de décadas de estar de pie conteniendo y formando a generaciones de niños, niñas y adolescentes, la ONG Don Bosco sigue dando pelea aún en tiempos difíciles.

Para ahondar en detalles de la situación actual, este medio dialogó con Carolina Pedrosa, trabajadora social que se desarrolla en Don Bosco.

“Esto atravesó varias generaciones, hace muchos años que está ‘la casita’ cómo le decimos nosotros y hemos pasado varios”, comenzó relatando la joven quien desde niña asiste y hoy cómo continúa como profesional ejerciendo el Trabajo Social.

Este año la institución al no estar ajena a la realidad sanitaria debió reinventarse.

“Lo que hacemos cotidianamente es trabajar en sede, en territorio con actividades deportivas, recreativas, culturales, de oficio y debido a que no se pueden abrir las puertas de manera presencial y a que han surgido otras necesidades lo que hicimos es trasladar las actividades a la modalidad virtual”, enumeró Carolina.

Grupos de WhatsApp, las redes sociales y todos los elementos digitales son válidos y utilizados. Así también articulan dia de por medio con la organización Súmate de La Plata para la entrega de viandas a familias que son del barrio y que muchos forman parte de las actividades de Don Bosco.

El frío y las condiciones climáticas también acarrearon necesidades y mediante donaciones se logró poner en funcionamiento un roperito para la entrega de ropa, calzados, acolchados, toallas, entre otras cosas.

“Estamos atendiendo las necesidades que surgieron a partir de la pandemia y acompañando ya no solo a los adolescentes, niños y niñas sino también a las familias”, indicó la profesional sumando a esta tarea la contención educativa, que si bien se profundizó con la pandemia, es una problemática que data de tiempo.

Son alrededor de 200 chicos y chicas que asisten a la ONG, donde también funciona el programa Envión y es un estímulo más para él sostener las redes de contención.

Pese a todo el trabajo que realizan con compromiso, voluntad y profesionalismo, Don Bosco no cuenta con una sede propia.

“Vamos divagando de casa en casa, algunos lugares que podemos alquilar. Ahora nos hemos quedado nuevamente sin sede y estamos transitoriamente en el club Villa Nueva que nos recibió de la mejor manera, pero el sueño es contar con un espacio propio, que vayan cuando quieran y no tener la incertidumbre de no saber dónde continuar”, dijo Carolina.

“La última casa quedó con los murales, mil historias, mil anécdotas. Cada vez que nos mudamos dejamos un pedacito de nosotros, cuesta mucho adaptarse a un nuevo espacio y cuesta conseguir espacios que reciban a los pibes y pibas, que nos dejen convocar tanta cantidad de chicos y chicas, que confíen porque hay mucho prejuicio. Lo ideal es contar con nuestro espacio”, subrayó.

La intención es poder proyectar alguna alternativa de terreno e ir construyendo “quizás apelamos al Estado, algún espacio o vivienda que no se utilice. Hay un proyecto de Asociaciones civiles que apunta a esto de que todos los edificios terrenos y demás que son del Estado y no se utilizan las asociaciones civiles como Don Bosco puedan acceder”.

Comentarios