Por Maxi Pérez (@perezmaxi), corresponsal de NOVA en Casa de gobierno y legislatura  

Lentamente el estrecho vínculo de dependencia mutua entre María Eugenia Vidal y Mauricio Macri comienza a resquebrajarse, porque mientras la imagen del presidente sigue en caída la de la gobernadora permanece inalterable a pesar de los evidentes problemas que atraviesa la provincia.

Con un segundo semestre ya en marcha y sin que la lluvia de dólares que prometió la administración central se hiciera efectiva, las finanzas de la provincia están en riego, por lo menos si efectivamente la gobernadora quiere avanzar con el ambicioso plan de obra presentado al comienzo de la gestión.

Por eso, desde hace por lo menos 2 meses que el equipo económico bonaerense prepara un plan B que se sostiene en torno a recortes de prácticamente todas la áreas del Estado, mientras que "hacia afuera" lo que se muestra es decisión política de avanzar con una recomposición del fondo del conurbano.

Por supuesto que el acuerdo con el gobierno nacional para que la provincia recupere por lo menos una parte de la coparticipación perdida existe y tiene bases sólidas, sin embargo en cada momento en que el proceso que se menciona en el primer párrafo de esta nota se pone en marcha, hace crujir las chances reales de materializarlo.

Entonces entra en escena el plan de ajuste bonaerense que incluye una batería de "emergencias" y se completa con el cuestionadísimo Decreto 618 que congela vacantes, suspende los pases a planta y prohíbe nuevas designaciones, lo que equivale a decir que Vidal acaba de despedir al 31 de diciembre de este año a todos los trabajadores de plante transitoria, que se cuentan de a miles.

Esto es así porque las “plantas transitorias” son contratos sin estabilidad y si bien el uso nos acostumbro a pensar en "renovación" de la planta, la realidad es que técnicamente el proceso es una "nueva" designación, figura prohibida desde la entrada en vigencia del decreto.

Son pocos los que creen que el objetivo de Vidal sea realmente dejar en la calle a miles de trabajadores, la mayoría de los analistas de todos los sectores coinciden en que se trata de una medida puesta sobre la mesa en el marco de la negociación paritaria que se reabre el 14 de julio y que se advierte todavía más tensa que la del primer semestre.

Es que con el sincericidio de Alfonso Prat Gay en Estados Unidos, que admitió una inflación del 42 %, los sindicatos se preparan para llevar a la negociación un pedido de aumento de por lo menos el 30 % para alcanzar entonces la cifra que maneja el oficialismo nacional.

No es lo mismo negociar salario con el enojo de trabajadores que tienen garantía de continuidad y que encima vieron como su poder adquisitivo cayo por lo menos un 10 % en las primera mitad del año, que con una masa de empleados temerosos de perder el empleo, que facilita una negociación a la baja pero asegurando, en este caso, la derogación del 618.

Nada nuevo bajo el sol

Un estudio de la consultora de Ricardo Haime indago sobre las preferencias del electorado si las elecciones fueran en estos días y los resultados demostraron que ni la situación económica, ni los escándalos de corrupción que salpican al gobierno anterior en gran medida y a este en algunos casos, han logrado torcer las preferencias de los bonaerenses.

Apenas 2 décimas separan a Sergio Massa (26,6), que encabeza la intención de voto sobre Daniel Scioli (26,4), que para sorpresa de muchos no solo mantiene muy buena imagen en todo el conurbano, sino que es el candidato del justicialismo con mejores chances, muy por encima de Florencio Randazzo que cierra el podio con 13,2 puntos.

Del lado del oficialismo la suma de Jorge Macri y Elisa Carrio, los dos mejor posicionados, no logran superar a Randazzo, es decir que el peronismo en todas sus vertientes cosecha más del 66 % de los votos y mantiene una división en tercios que representan con algunas variaciones los vaivenes de los últimos años.

El único espacio afectado es el kirchnerismo, sobre todo en su versión ultra, cada vez más cercana a las posiciones testimoniales de la izquierda que a la tradicional conducción territorial del peronismo y más allá de los esfuerzos del despegue de muchos de sus seguidores, parece que el ex ministro de Interior está siendo afectado por ese fenómeno.

Randazzo fue quizá el único dirigente que le dijo que no a Cristina Fernández de Kirchner y para muchos eso fue un valor agregado, sin embargo los números parecen indicar que los bonaerenses prefieren a quien aún a sabiendas de que no era el candidato natural de su espacio supo aguantar y ganarse el lugar.

Si se trata de tener paciencia, el ex gobernador de la provincia ha demostrado que no hay quien pueda ganarle, esa probablemente sea una vez más la estrategia del sciolismo de cara al 2017. 

Si los rivales no remontan en las encuestas no va a importar demasiado para quien hayan estado “armando” los peronistas de la provincia y si los números lo acompañan Scioli será nuevamente candidato.