En pleno proceso de buscar las mejores medidas acordes a nuestra ciudad, la limpieza del Canal de la Génova generó diferencias entre quienes, durante largos años, luchan por concientizar a la población sobre la importancia de este recurso natural en medio de la ciudad.

El quid de la cuestión no es la disconformidad ante la limpieza, sino la forma en que la misma se lleva a cabo.

Parte de nuestra historia nos cuenta que el canal Génova se asentó en los primeros mapas del partido de Berisso como desaguadero o descarga de aguas pluviales pero, debido al crecimiento urbano, muchos vecinos conectaron los cloacales a los pluviales. Condición que fue paliada por los camalotes hasta la actualidad, según explicó el referente y ambientalista Julio Milat.

Más tarde, se hizo la compuerta que está a la altura del Puente Tres de Abril, y se cortó el flujo natural de la subida y bajada del río, adecuada a la conducta humana. Entonces, en un ámbito donde se sigue teniendo un desagüe cloacal el camalote comienza a desarrollarse y esparcirse, copando toda la superficie.

Como solución, planteó Milat, “se pueden conseguir las mangueras que utilizan en el Puerto La Plata y dividirlas por sectores, disponiendo las mismas de manera alternada para seguir depurando”.

El capítulo de los vecinos

Otro de los problemas agregados es que muchos vecinos lo utilizaron como vertedero de basura y de materiales de construcción, entre otros desechos, “algo que denota un problema de educación”, manifestó el ambientalista señalando que “uno de los errores que está pasando por falta de información es que en el canal hay nutrias o coipos que son roedores que se alimentan de plantas, a los cuales los vecinos los confunden con ratas y por ello le piden al Municipio que limpie”.

Al hacer eso, como hemos visto durante años, “el canal queda como una zanja”. Y ante esto es menester aclarar que “las ratas vienen por la basura, y si uno no tira no llegan”. Lo mismo a la hora de pedir la fumigación, “ya que el mosquito del dengue sólo se reproduce en agua estancada en vasijas, pero no necesariamente en el canal”.

Pero así como hay vecinos ejemplares que compartieron sectores en jardines y se preocuparon por conservar el espacio, están los otros cuyos desechos van a parar al canal “el cual terminó funcionando como basurero, y estos mismos frentistas fueron quienes pidieron la posterior limpieza a cargo del Municipio que va de cero a cien, o de cien a cero, pero esa no es la solución”.

“Esta limpieza que se hizo es demasiado, porque se sacó todo el borde de la orilla y lamentablemente para mucha gente eso es lo ideal. Pero la vegetación es la que atrae a los insectos, a los pájaros y dejando un corredor de sólo un metro la fauna puede tener refugio, manteniendo un sector natural”, recalcó.

“Capitalizar esto en forma espontánea por una tozudez de querer dejar todo limpio no corresponde”, replicó, porque “esto debería hacerse con cierta concientización de cómo tomar el canal, informando y mostrando las riquezas de este espacio que tanto nos caracteriza”. Entonces, este concepto de “ultra limpieza no va; lo último que faltaría es que pinten los árboles con cal”.

El canal de la Génova es la entrada a nuestra ciudad, es el espacio que se designó para ubicar la banderoteca, y en vez de revalorizarlo “se elimina toda la biodiversidad. Parece que las gestiones pasan y no se ponen de acuerdo en lo que puede ser la conservación de un humedal”.

“Lo que se trata fomentar una visión vinculada a aprovechar las condiciones naturales que da el mismo canal. Si nos concientizamos y nos ponemos un poco las pilas podemos hacer un lugar fantástico”, concluyó invitando a recapacitar sobre las acciones que implementamos en pos de buscar mejoras propicias para todos.