Como sobrevivientes del rubro comerciante, Roberto y Anahí festejaron su 40° aniversario en la ciudad de Berisso, en un kiosco que se ganó el rótulo de ícono en nuestra ciudad.

Atravesando diversos contextos como la Guerra de Malvinas, el Rodrigazo, y todos los gobiernos habidos y por haber, mantuvieron de forma intachable su nombre: “Anahí”.

“No hicimos la fácil de estar seis meses y darle la baja cambiando de nombre”, comentó Roberto en diálogo con BerissoCiudad. “Y siempre pagamos impuestos desde el primer día que abrí hasta hoy”, ponderó.

Recordando los buenos tiempos contó: “Empezamos cuando éramos novios, yo tenía 25 y ella 23. Y a pesar de que tenía mí propio trabajo instalé el negocio para que ella estuviera en relación de dependencia. Pero al año dejé mí laburo y juntos nos dedicamos de lleno al negocio”.

En un principio y para sobrellevar los gastos, “estábamos desde las 7 de la mañana a las 4 de la madrugada”.

A partir de allí “llegaron los chicos, tres varones que en la actualidad son profesionales, y todo desde un kiosco. Por eso, si alguien quiere probar que se puede hacer algo soy un ejemplo”, manifestó a modo de consejo.

En todo este tránsito, y a pesar de haber vivido grandes retos, explicó que la pandemia la llevó cuesta arriba “haciéndose difícil el hecho de mantenerlo en pie, porque el año pasado llegamos a un momento donde los gastos eran mayores que los ingresos”.

“Pero nosotros no dormimos y cuando nos soltaron un poco las ruedas, nos pudimos acomodar”, aseguró.

En todo esto, las anécdotas con los clientes son el plato fuerte que conservan con alegría, fomentando la pasión por el comercio.

Llegando al 2021, de pie, “la gente todavía nos es fiel” expresó con los ojos llenos de emoción aún sin saber, por la humildad que los caracteriza, lo que generaron y generan en los vecinos que los eligen.

“No quise venderlo hasta ahora porque quiero que el que siga mantenga la misma esencia, porque yo quiero a mis clientes y no quiero que los maltraten”, concluyó con reverencia.