La Noche de los Lápices es una de las acciones más obscenas de la dictadura cívico militar, en la que estudiantes secundarios tras marchar en reclamo de la implementación del boleto estudiantil fueron arrancados de sus casas, llevados al Centro clandestino de detención conocido como “Arana” y posteriormente al “Pozo de Banfield” donde fueron torturados y desaparecidos.

El fatídico operativo conjunto, conducido por el genocida Ramón Camps, capturó a: Claudio De Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero, Horacio Ungaro, Emilce Moler, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Pablo Díaz, que tenían entre catorce y dieciocho años.

Los estudiantes militaban en la UES, la Juventud Guevarista, la FJC, GESA, entre otras agrupaciones. 

Sólo Emilce Moler, Pablo Díaz, Gustavo Calotti y Patricia Miranda recuperaron la libertad tras permanecer varios años detenidos, los otros chicos continúan desaparecidos. 

El secuestro y desaparición de estudiantes secundarios intentó ser una medida ejemplificadora de la dictadura, que apuntaba a cortar de plano cualquier cuestionamiento político. Los genocidas creyeron que con esa muestra de crueldad acallarían las voces de rebeldía. Se equivocaron. Hoy siguen resonando aquellos gritos de alegría y de bronca. Las víctimas de la noche de los lápices están presentes en cada escuela, cada marcha y en cada bandera de los centros de estudiantes que reivindican su lucha. Aquellxs chicxs no sólo lucharon por el boleto estudiantil, sino por cambiar la sociedad injusta y opresiva en la que vivían. Luchaban por una Patria justa, libre y solidaria. 

Las instituciones democráticas deben asumir un rol protagónico en esta tarea colectiva de mantener la memoria de estos hechos a través de las generaciones, para que “nunca más” se repita esta historia de violencia y terror. La memoria venció al olvido y los lápices siguen escribiendo…

A 45 años del golpe cívico militar

“Seguimos sembrando memoria para que no crezca el olvido.”

Comisión Permanente por la Memoria de Berisso