Perlas imperdibles

Berisso en libro de historias de fútbol argentino: Sportsman y el Big Bang político

Ismael Morgada, wing tripero que vivía sobre la Génova.
Ismael Morgada, wing tripero que vivía sobre la Génova.

El periodista e investigador, Carlos Aira, presenta su libro “Héroes en tiempos infames. Historias de fútbol argentino 1930-1940”.

La obra editada por Fabro consta de 880 páginas con un apartado de fotografías históricas imperdibles.

En el libro, nuestra ciudad tiene su destacado espacio. A continuación, algunos pasajes:

Berisso. Río y chimenea. El pueblo nació al sur de la Ensenada de Barragán. Allí, donde desembarcaron los ingleses en su segunda invasión que no fue la última. En 1871, el italiano José Berisso instaló en esas tierras inhóspitas el saladero San Juan. El negocio creció y los ranchitos laburantes brindaron fisonomía al pueblo naciente. En 1882 se fundó la vecina ciudad de La Plata. La suerte de Berisso quedó atada a la gran ciudad.

El siglo XX dejó atrás los viejos saladeros criollos y les dio paso a los frigoríficos británicos. La Armour y Swift exportaban hacia el Reino Unido nuestra carne procesada y enlatada. Un aluvión de inmigrantes llegó al pueblo. Crisol de laburantes que forjaron una identidad propia. Berisso, tierra de criollos, yugoslavos, albaneses, búlgaros, polacos y todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Uno de los centros neurálgicos de Berriso fue el Bar Sportsman. Calle Montevideo. Sus mesas fueron testigos mudos de mitos e intrigas. Quienes abogan la teoría que el Mariscal Tito vivió en Berisso cuentan que fue habitué del bar. Sin lugar a dudas y especulaciones, el 17 de octubre de 1945, encabezados por Cipriano Reyes, una larga columna de obreros de la carne partió desde la puerta de Sportsman para concluir el día produciendo el Big Bang de la historia argentina.

Bar de mesas desvencijadas, café, ginebra y espacio para una pequeña orquesta. Se respiraba fútbol en Sportman. La figura idolatrada era Ismael Morgada. El Gaucho vivía sobre la calle Génova, a dos cuadras de Estrella de Berisso, cuna futbolera de Miguel Ángel Lauri. El wing tripero era devoto del ritual del pocillo cotidiano junto a la ventana. Bailarín consumado y actor vocacional. “Chamuyo bolichero, sobrador, plagado de dichos, impregnado de parlamentos sainetescos”, lo describió Borocotó.

Otro muchacho de Berisso que paraba en Sportman era Atilio Herrera, ídolo de la tribuna gimnasista. El arquero del Expreso era dueño de atajadas espectaculares. La tribuna enloquecía cuando volaba panza abajo y atenazaba el tiento con ambas manos. Por esa característica, los veteranos vieron en él a un sucesor de José Baruca Laforia. Pero hubo una tarde que Herrera tuvo un gesto tan destacable como olvidado. Domingo 15 de abril de 1934. Gimnasia recibió a Huracán. 37 minutos. Ataque quemero. El juvenil Daniel Bálsamo convirtió en el arco tripero, pero el árbitro Consolatto Nai Foino invalió la conquista por off-side. Herrera se aproximó al veterano referee para decirle algo:

“Herrera tuvo un gesto que pinta como ningún otro su condición de deportista íntegro. En el primer periodo del match, el jugador Bálsamo marcó un tanto que el referee anuló por off-side. Herrera se acercó al árbitro y le manifestó que Bálsamo estaba en posición lícita. Nay Foino anuló el fallo, felicitó al jugador por su gesto, que no pasó desapercibido por los aficionados quienes supieron apreciarlo”.

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