Panorama político bonaerense

El oficialismo quiere a los radicales adentro y el peronismo va con todo en los municipios

La falta de definiciones sobre el llamado a la convención nacional del radicalismo encendió luces de alarma en el gobierno nacional. (Dibujo: NOVA)
La falta de definiciones sobre el llamado a la convención nacional del radicalismo encendió luces de alarma en el gobierno nacional. (Dibujo: NOVA)

Por Maxi Pérez (@perezmaxi), corresponsal de NOVA en Casa de Gobierno y Legislatura

La falta de definiciones sobre el llamado a la convención nacional del radicalismo encendió luces de alarma en el gobierno nacional y esa situación provocó nuevas tensiones en el territorio bonaerense en donde desde hace semanas la gobernadora María Eugenia Vidal aplica una estrategia de seducción para evitar la ruptura con sus principales socios políticos.

Si bien no parece haber riesgo de fugas masivas, el acercamiento de los sectores críticos de la UCR con el ex ministro de Economía Roberto Lavagna reactivó las intenciones de ser protagonistas de varios de los ex intendentes radicales del interior, que ya acompañaron al peronista junto a Ricardo Alfonsín en las elecciones de 2007.

Y si bien las chances de que algunos de esos ex alcaldes como Carlos Gorosito de Saladillo o Héctor “Cachi” Gutiérrez de Pergamino puedan representar un riesgo para los candidatos más cercanos al PRO en esos distritos, lo cierto es que mantienen un peso territorial importante, por lo que podría significar un problema si finalmente el peronismo llega unido a las elecciones.

El temor en el oficialismo es que la presión de la UCR a nivel nacional logre que se habiliten las PASO en la provincia y se divida el voto de Cambiemos, convirtiendo a los peronistas en los candidatos más votados de forma individual, lo que puede crear un clima de opinión muy negativo en momentos en los que la mala imagen del gobierno nacional arrastra incluso a la gobernadora y a los intendentes más exitosos.

La jugada del radicalismo crítico es arriesgada y oscila entre la participación de internas con listas completas llevando a Martín Lousteau como candidato a presidente y la ruptura definitiva con Cambiemos, impulsando a Lavagna en acuerdo con el peronismo no kirchnerista, en cualquiera de los casos el acto de rebeldía frente a la conducción de la alianza gobernante es evidente y la figura de Daniel Salvador no parece ser suficiente para contenerlo en la provincia.

Mientras tanto la incertidumbre gana terreno en los distritos en los que no gobierna Cambiemos, en los que la UCR cree que tiene mejores candidatos del PRO y vuelve a reclamar internas para seleccionar a los postulantes a la intendencia.

En ese escenario los números que arrojan las encuestas son desastrosos para el oficialismo y en promedio por cada distrito gobernado por la oposición que podrían ganar, aparecen 3 o 4 de Cambiemos que podrían perder, con lo que lentamente se va esfumando el objetivo de gobernar 100 de los 135 municipios de la provincia.

En off los armadores del macrismo bonaerense admiten que con mantener el número en alrededor de 65 distritos oficialistas podrán darse por satisfechos ya que la situación favorece un mayor retroceso a pesar de que en campaña esperan poner “toda la carne en el asador”.

El peronismo va con todo

“En los municipios que no gobernamos pero que podemos ganar vamos a ir todos y con todo” disparó el titular del PJ Fernando Gray durante su visita a la ciudad de La Plata, dejando en claro que el objetivo electoral ya está en marcha para el peronismo.

La estrategia comenzará a desarrollarse mientras los intendentes del conurbano deshojan la margarita por la confirmación de una candidatura de Cristina Kirchner para la presidencia, y es que según algunos informes que maneja el oficialismo en algunos distritos de la primera y la tercera sección electoral, la intención de voto a la ex presidenta no baja de los 50 puntos, lo que no solo la convierte en imbatible, sino que garantiza un arrastre que aumentaría de forma considerable el volumen que obtendrían los alcaldes si van pegados a otro candidato.

De todas maneras, nadie se anima a confirmar cual será la jugada de la ex mandataria y tras su viaje a Cuba por la salud de su hija los mensajes comenzaron a ser contradictorios, con la sorpresa de que algunos cristinistas fanáticos comenzaron a admitir que “no es indispensable que Cristina sea candidata”.

En el horizonte aparecen como posibles reemplazos los dos ex gobernadores del peronismo, Felipe Solá y Daniel Scioli, los dos con buena llegada a los sectores del peronismo no kirchnerista, lo que podría ser fundamental en un escenario de segunda vuelta y también con algunas ventajas comparativas que deberán poner en juego a la hora de postularse ya sea a través de las PASO o como candidatos de consenso.

El valor agregado de Solá es que apenas los sectores más combativos de la izquierda se animan a cuestionar su gestión y lo hacen fundamentalmente por la represión a la protesta social, más que por la situación de la administración en general. Además Felipe se fue del kirchnerismo en la primera oleada, antes que Sergio Massa, y hasta fue socio de Macri en Unión PRO, por lo que podría sumar a los desencantados del oficialismo.

Scioli en cambio es una figura eminentemente K, que supo mantener la lealtad aún en los peores momentos, cuando su propia tropa le reclamaba romper con el gobierno nacional y lanzarse a la carrea presidencial por otro espacio, lo que le valió a la postre el reconocimiento de los sectores más duros como el sabbattelismo y hasta Quebracho, que terminaron empujando su candidatura en la segunda vuelta.

El valor agregado en este caso es que si Scioli vuelve a ser el candidato de Cristina y acumula los mismos apoyos que en 2015, tendría un escenario ideal para dar vuelta la historia y ganarle a Macri. De hecho, un debate entre ambos podría ser un recurrente pase de factura del ex gobernador al actual presidente, que tal como decía un meme que apareció en los primeros meses de la gestión “está haciendo todo lo que Scioli dijo que iba a hacer”.

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