Una experiencia “transformadora”

“La posibilidad de estudiar música en la escuela pública cambió nuestras vidas”

Jonathan Miranda Figueroa; Brian Montoya y Guillermina Belli (foto: Gonzalo Mainoldi).
Jonathan Miranda Figueroa; Brian Montoya y Guillermina Belli (foto: Gonzalo Mainoldi).

Por Carlos Altavista para el diario El Día

Un día entran por la puerta de una escuela pública de la periferia un violín, una viola, un violoncello, una flauta traversa, un oboe, una trompeta, un trombón. Los niños miran los instrumentos de reojo. No saben sus nombres, no escucharon nunca su sonido, nunca tuvieron uno entre manos. Les dicen que se formará una orquesta, y se suman. En poco tiempo, ya están aprendiendo con grandes maestros que llegan de cerca o lejos. En un poco más de tiempo, recuerdan aquel día como el que les “cambió la vida”.

El programa de orquestas escuela, que tiene en la de Berisso uno de sus máximos exponentes, cambió muchas vidas. Despertó inquietudes, talentos, vocaciones; brindó oportunidades que los chicos, de otra forma, jamás hubiesen tenido. Profundizar y expandir la experiencia parece ser, a la luz de los resultados, una “tarea obligatoria”.

De aquel día de instrumentos raros, bullicio en la escuela, sorpresa y emoción, hablan tres actuales músicos de orquesta, con un futuro cuyo techo nadie conoce.

Guillermina Belli (16) vive en Villa Zula, una populosa barriada del Berisso profundo. Cuando tenía 10 y estudiaba en la Primaria Nº 22, un día “llegaron unos profesores de música con instrumentos, tocaron, y nos contaron que iban a abrir un núcleo de la orquesta escuela en la zona. Empecé a ir con mi amiga Martina. Nunca había escuchado música clásica y jamás había tenido en mis manos un violín”, recuerda quien hoy integra la precamerata dirigida por el prestigioso maestro José Bondar, primer violinista del cuarteto de cuerdas de la Universidad Nacional de La Plata.

La orquesta escuela berissense nació en septiembre de 2005 en la Escuela Primaria Nº 25 del barrio El Carmen. Cuando en aquel mes de aquel año pisaron el colegio otros profesores, entre ellos el coordinador del proyecto, Juan Carlos Herrero, Brian Montoya (23) estaba en 6º grado. “Una mañana nos hicieron bajar al SUM a todos los cuartos, quintos y sextos, y unos músicos tocaron un par de obras con violín, flauta y violoncello. Luego nos pidieron que hagamos fila donde estaba el profe con el instrumento que queríamos aprender. Yo fui directo a la flauta, aunque en realidad no conocía ninguno”, recuerda y ríe Brian, actual coordinador temporal de la orquesta escuela, casi licenciado en Música Sinfónica y de Cámara por la Universidad Nacional de Lanús (está haciendo la tesis) y profesor en Berisso y en las extensiones que funcionan en Los Hornos, Arturo Seguí, City Bell, Villa Elisa, Olmos y Melchor Romero.

Jonathan Miranda Figueroa (24) sintió de chico inclinación por la música, pero “mis padres no pudieron llevarme al conservatorio. Tocaba en casa la guitarra de mi abuelo y poco más. Recién a los 18, cuando cursaba el último año en el Albert Thomas, me acerqué a la Escuela 25 de El Carmen porque empezó a ir mi hermana invitada por una amiga. Creo que escogí el cello porque su tamaño y sonido me remitían a la guitarra”, dice el joven que apenas tres años después fue becado por el International Cello Institute, una de las más prestigiosas academias de Estados Unidos. A punto de licenciarse en Música de Cámara en la Universidad de Lanús, el actual integrante de la camerata de la orquesta escuela obtuvo recientemente una beca en el Mozarteum Argentino, una de las entidades musicales más importantes -sino la más- del país, con sede en el Teatro Colón.

“La Pantera Rosa”

Guillermina hoy cursa el secundario en la Media 1 de Berisso y tiene todos los días ocupados entre la escuela y el estudio de violín. “Mucho estudio se requiere. Mucha dedicación. Esto no es un hobby. Y me encanta”, afirma la tímida joven, quien hace poco entró en la “reserva” de la camerata de la orquesta escuela.

“El maestro José Bondar organizó la precamerata, para formar con mayor intensidad a los futuros integrantes de la camerata”, explicó Jonathan, el cellista de una formación que va camino a convertirse en referencia musical en la provincia de Buenos Aires.

Volviendo a la talentosa violinista de Villa Zula, rememora que el día que presentaron a la orquesta en su escuela primaria, los profesores “tocaron, entre otras cosas, el tema de Los Simpson y el de La Pantera Rosa. No podíamos creer que tocaran esa música con esos instrumentos. Fue divertido. Y es una forma de enganchar a los chicos”, realza.

Reconoce que “jamás” imaginó “llegar hasta acá”. “Yo iba a la escuela de arte, donde cantábamos o tocábamos instrumentos de percusión, pero esto te obliga a superarte día a día. A medida que avanzás, las obras son más complejas, por lo que necesitás más prácticas y talleres”, remarca.

La orquesta escuela tiene una esencia solidaria. Quienes van avanzando se convierten en “multiplicadores”, explica Brian Montoya, para describir a quienes se erigen en nuevos formadores y motivadores de los más pequeños. “Así se forma un círculo virtuoso. Es que a los chicos esto los mejora en todo sentido. Las directoras de las escuelas donde funcionan núcleos de la orquesta, nos cuentan que los nenes que participan del programa cambian el colegio, porque a los mejor hay 5, 6 ó 7 por grado, y cambian el grado”, subraya.

Es así que, cada sábado, la Primaria 25 de El Carmen se convierte en una enorme escuela de música. Allí se juntan todos los integrantes de la orquesta, unos 530 que provienen de 15 núcleos que abarcan todo Berisso. Y los profesores y profesoras, así como los “multiplicadores” que nacieron en la formación, ocupan el edificio completo enseñándole a los niños y no tan niños. Allí están siempre Guillermina, Brian, Jonathan.

Johnny, como lo llaman sus compañeros, destaca que “almorzamos todos juntos, compartimos la mesa, el día. No es sólo formación musical, sino humana. Entre todos aprendemos a hacer las cosas en equipo, el valor del trabajo solidario”.

“Me tocó presidir -cuenta Jona- la asociación civil de la orquesta escuela, que tiene por lema ‘Orquestar un puente hacia un futuro mejor’. El fin es conseguir un predio y construir una sede. Es el gran sueño. Pues la Escuela 25 ya nos queda chica, al punto que ensayamos en todas las aulas y en los pasillos, pero además tiene que ver con una cuestión de identidad, porque todos nos preguntan ¿dónde funcionan? En todos lados y en ninguno”, dice, y los tres ríen.

Es que el crecimiento no se detiene. En septiembre de 2005, mes y año del alumbramiento, arrancó con 20 alumnos de “la 25”, entre ellos, Brian. Hoy, como se dijo, supera los 530 (ver página 18).

Decisiones

Cuando Jonathan se recibió de técnico electrónico en el Albert Thomas ni dudó en empezar Arquitectura, tal cual lo tenía pensado. “Llevaba sólo un año en la orquesta. Hice dos en esa facultad y ahí tuve que decidir, porque al avanzar se profundizaron los ensayos. En 2013 dejé la carrera. Y al año siguiente empecé música en la Universidad de Lanús y, además, me salió la beca en Estados Unidos”, detalla.

Brian también tuvo que elegir. “Al finalizar el secundario en el ex Comercial (de La Plata), ya era multiplicador en la orquesta, estaba muy comprometido. Fue en ese momento que mi familia se mudó a Río Gallegos. Pero gracias a la gente de la orquesta conseguí una remuneración por enseñarle música a los más chicos, y también una beca para empezar la carrera en la Universidad de Lanús. Alquilé con un compañero de estudios algo cerca de la estación de trenes -donde vive hasta hoy- y me quedé”, remata.

Historias que invitan a reflexionar.

Testimonios

Brian Montoya (23)

Flautista. Actual titular de la Orquesta Escuela

“La orquesta escuela tiene una esencia solidaria, pues los que avanzan se convierten en formadores de los niños”

Guillermina Belli (16)

Violinista de la Agrupación  Juvenil y la Precamerata

“Hice dos años de arquitectura y tuve que elegir. En 2013 dejé la facultad, y al año siguiente me salió la beca en los Estados Unidos”

Jona Miranda Figueroa (24)

Cellista de la camerata becado en los EEUU

“Tenía 10 años y vinieron a la escuela dos profesores. Nunca había escuchado un violín. Hoy estoy en la precamerata. Jamás imaginé algo así”.

           

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