La ciudad de La Plata vuelve a dividirse en dos, ya que este domingo desde las 15 horas, Estudiantes y Gimnasia se verán las caras en el estadio de 1 y 57 por una nueva edición del clásico platense, la número 171 de la historia. El partido será arbitrado por Facundo Tello, con Hernán Mastrángelo en el VAR, y promete una jornada cargada de emociones dentro y fuera de la cancha.
El encuentro llega con los dos clubes en momentos muy distintos. Por el lado del Lobo, la semana estuvo marcada por un cambio inesperado, ya que, la dirigencia decidió la salida de Alejandro Orfila tras la última derrota, y el equipo quedó en manos del interino Fernando Zaniratto, quien hasta ahora dirigía la Reserva. El flamante entrenador apenas tuvo unos días de trabajo con el plantel, buscando inyectar energía y confianza en un grupo que necesitaba un golpe anímico.
Zaniratto probó distintas variantes en los entrenamientos, sin confirmar aún un once titular, pero con la intención de reforzar la presión y las transiciones rápidas. En defensa podrían aparecer Germán Conti o Gastón Suso, mientras que en el medio Lucas Castro podría volver a tener minutos. En la previa, el plantel recibió el apoyo de los hinchas con un banderazo en Estancia Chica, en un claro gesto de respaldo para un equipo que intentará dar el golpe en terreno ajeno.
Del otro lado, Estudiantes llega con una realidad más estable. El conjunto de Eduardo Domínguez atraviesa un momento parejo en el torneo y buscará hacer valer su localía. En los últimos cinco clásicos hubo máxima paridad: una victoria para cada lado y tres empates. En el duelo más reciente, jugado en el Bosque, fue 1-1 con goles de Castro y Giménez.
El “Barba” probó en la semana con Muslera en el arco; Gómez, Núñez, Rodríguez y Arzamendia en la defensa; Amondarain, Ascacíbar y Medina en el mediocampo; y en ataque Palacios, Cetré y Carrillo, en lo que sería una formación equilibrada pero con poder ofensivo para lastimar.
Más allá de los nombres, el clásico será una prueba de carácter. Para Gimnasia, el desafío de reordenarse en medio de la incertidumbre; para Estudiantes, la obligación de ratificar su momento y no dejar escapar puntos en su casa.
La historia marca que en estos partidos no siempre gana el que llega mejor, sino el que logra controlar los nervios y se anima a más.
La pelota volverá a rodar, y La Plata se partirá una vez más entre rojiblancos y triperos, en un clásico que promete ser de alto voltaje.