Primera línea de batalla

Ángel Rivero, otro médico con COVID-19: “Sin decirnos nada nos mirábamos sabiendo que se venía esto”

Ángel Rivero.
Ángel Rivero.

Él es Ángel Rivero, médico y responsable del equipo de la Clínica Mosconi, quien en los últimos días, al igual que muchos de sus compañeros, recibió la dura noticia de ser positivo de COVID-19.

“Fue una seguidilla de cosas. Primero se enfermó mi compañero, el doctor Fortunato García Vázquez, que actualmente está peleando en terapia con un respirador, y a la semana caí yo. Y en ese momento uno piensa miles de cosas, incluso ir va por el mismo camino”, introduj el entrevistado.

Ante esa instancia, la Clínica tomó todos los recaudos y compró todos los materiales necesarios para la prevención, “pero yo le decía a Salvador (Espósito), en las últimas semanas hubo una avalancha de pacientes positivos, tantos ambulatorios como internados, y sin decirnos nada nos mirábamos a los ojos sabiendo que se venía esto”.

“Los dolores en el cuerpo son terribles y la parte anímica ni hablar, porque uno ve como compañeros sus compañeros deben atravesar estás situaciones. Y resulta injusto, porque uno deja todo en esta vocación”, expresó con la voz cortada por la emoción.

Después de su resultado hisoparon a cuatro enfermeras de las cuales dos dieron positivo mientras otras dos siguen a la espera; en medio de todo este contexto la decisión de cerrar la terapia para desinfectar todo, al menos por quince días.

Debido a las circunstancias, Rivero deseó “que pase pronto esta pesadilla que uno la vivía con dolor viendo a los otros, pero que hoy la vive en carne propia”, y aprovechó la oportunidad para hacerle llegar un mensaje a los vecinos: “para que tomen conciencia que esto no terminó, que esto se tornó insostenible y que el riesgo va a ir en aumento en la medida que no se entienda. No es momento de ir a bares, de reunirse, de pensar en distracción, porque hay gente que se está muriendo en la peor de las condiciones”.

Y ahí está él, en su casa, aislado “mejorando de a poquito”, con la fiebre que ya no está pero con un dolor y decaimiento terrible “que no me permite ni mantenerme en pie unos minutos”.

Como sociedad será tiempo de pensar en los otros y saber que, si bien nos puede tocar a todos, es imprescindible tener conciencia de nuestros actos porque, como vemos, quienes nos cuidan también pueden caer. Entonces, ¿qué hacemos cuando ellos no están?

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