Por Malena Rodríguez Romairone
En la intersección de las calles Nueva York y Marsella se encuentra el corazón histórico de Berisso. En una esquina, con el frigorífico Swift de fondo, se alza el monumento al mítico “Kilómetro 0 del peronismo”, desde donde partieron los obreros rumbo a Plaza de Mayo en 1945. Justo enfrente, el Teatro Comunitario. Y, coronando la cuadra, el bar cultural “Raíces del Dawson” —antiguamente conocido como “el bar inglés”—, el lugar donde solían reunirse los gerentes de los frigoríficos a tomar una copa.
“Acá le decimos ‘Dauson’ (énfasis en la ‘u’), no ‘Doson’, como indicaría la buena pronunciación”, explica Oscar Lutczak, uno de los dueños de la concesión del bar junto a Adriana González y Alicia Rodríguez. En Diálogo con Buenos Aires/12, Lutczak reflexiona sobre la historia del bar y la del barrio, y sobre la búsqueda por devolverle a la zona su carácter comercial, cultural y popular.
Canta el Polaco Goyeneche mientras un dúo de tango ensaya para el espectáculo que darán a la noche. Junto a la barra, entre botellas de Aperol y Cynar, se alza un pequeño altar a Maradona, acompañado por un pañuelo de Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. A un costado, una pequeña maqueta del bar, desde donde el General Perón saluda detrás de la barra en miniatura. En la carta hay opciones para todos los gustos; se destacan los vinos de la costa (producidos en Berisso mismo), las copitas de estaño y el queso y dulce “del general”. Lutczak dice que las estrellas de la casa son las entrañas con papines y los varenikes, un plato de origen ucraniano. “Berisso es la Capital Provincial del Inmigrante, entonces nos interesa contar con una carta que pueda articular platos típicos con propuestas para picotear”, explica.
El bar fue fundado por el irlandés Thomas Dawson en 1924. Para la década del 20, los frigoríficos de Berisso empleaban a más de 20.000 personas, una cifra significativa si se la compara con los 110.000 habitantes que tiene hoy la ciudad. Ese intenso movimiento laboral explica, entre otras cosas, el perfil inmigrante del lugar. Con el puerto en funcionamiento y los frigoríficos orientados a la exportación, la demanda de mano de obra era altísima. La actividad constante generaba un entramado urbano muy particular: comercios abiertos las veinticuatro horas, pensiones, conventillos y un sistema conocido como "cama caliente", donde los obreros alquilaban una cama para descansar por turno. La ciudad también se volvió un punto de encuentro para marineros, con bares, fondas y piringundines.
El bar, originalmente conocido como “de los ingleses”, era frecuentado por los gerentes de los frigoríficos, y en ese momento el único idioma que se hablaba en su interior era el inglés. La familia Dawson, de origen irlandés, fue propietaria del lugar y de toda la manzana durante décadas. Varios años después, el bar pasó a manos de distintas concesiones, entre ellas la del padre del actor Lito Cruz. “Hay una anécdota de una vuelta que vino al bar con León Gieco. Lito seguía diciendo ‘vamos al bar de mi viejo’, aunque hacía cincuenta años que no era el bar del padre (risas), pero la de su papá fue una de las concesiones más recordadas. Allá (señala un espacio sobre la barra) parece que lo mandaban a hacer penitencia si se mandaba alguna escaramuza. Ahí también tocaban las orquestas, e incluso orquestas de señoritas. Lito siempre estuvo muy ligado a la historia de Berisso, no faltaba nunca a la Fiesta del Inmigrante, solía abrir el desfile a caballo”, recuerda Lutczak.
La historia tanto del barrio como del bar cambió en 1945. “Desde acá, desde lo que hoy se nombra como el ‘Kilómetro 0 del peronismo’, salieron quince mil personas el 16 de octubre del ‘45, primero caminando a La Plata y de ahí caminando para llegar el 17 a Plaza de Mayo”, explica Lutczak. En este cruce de calles hablaba y arengaba a los obreros Cipriano Reyes, dirigente sindical de la industria de la carne y fundador del Partido Laborista que, según cuentan en el barrio, tenía una “labia tremenda” y una oratoria “del carajo”. “Se dice, incluso, que Perón venía en moto a verlo a Cipriano al sindicato, que estaba sobre la Montevideo, al lado de la sociedad italiana”, cuenta el dueño de la concesión.
Durante la dictadura cerraron los frigoríficos, el Armour fue demolido en algún momento de la década del ‘70 y en el ‘81 Swift debió cerrar sus puertas. La miliqueada también intentó demolerlo, pero no pudo y, ya en democracia, el gobernador Cafiero logró la expropiación del edificio para convertirlo en un polo tecnológico industrial, que nunca terminó de “explotar”.
“La Nueva York no tiene nada que envidiarle a San Telmo o a Caminito”, explica Lutczak. El problema fue que, al cerrar los frigoríficos, la pobreza se instaló en el barrio, los comercios se cerraron y se convirtieron en casas tomadas, y la gente dejó de frecuentar la zona por temor. La búsqueda hoy es, entonces, sacudir esas ideas, e invitar a que la gente conozca un espacio que alberga una porción enorme de la historia nacional. “Viene más gente de La Plata o de Buenos Aires que de Berisso, justamente por esa pátina con la que quedó marcado el barrio, pero nada que ver, al contrario, los vecinos queremos que la gente venga y hacemos todo lo posible para que la pasen bien y así sacarle ese estigma a la zona”.
En 2011, el espacio fue comprado por un grupo de vecinos y rebautizado como “Raíces”. Después de la pandemia, la concesión pasó a manos de Lutczak, González y Rodríguez. “Nosotros venimos de la cultura y estamos convencidos del valor de este lugar, que tiene peso histórico y memoria. Por eso se llama ‘Raíces del Dawson’: raíces por lo más reciente, Dawson por lo histórico. Arrancamos en 2022. La fecha fundacional de esta nueva etapa es el 1º de mayo. Todos los 1º de mayo hacemos un locro y fiesta”, cuenta Lutczak.
Se escucha un piano y un bandoneón. “Es la música de Noelia Sinkunas, una artista berissense”, explica Lutczak. El disco se llama “Unión y Perseverancia”, por las esquinas donde estaba la casa de la artista. En Berisso las calles tienen nombres de actividades o valores, como Orden, Industria, Comercio; o de puertos: Nueva York y Marsella, otras como la Montevideo, Nápoles, Belfast o Río de Janeiro. “Apostamos a un espacio cultural en donde se pongan en escena las voces de los artistas de la zona, pero también viene gente de todos lados, acá debutó La Delio Valdez, por ejemplo. Tuvimos el honor de recibir a Rita Cortese, a Teresa Parodi, a Fernando Cabrera, a un montón de artistas maravillosos”, explica. Lutczak se acomoda y abre una botella de “Casero de Ciruela”, uno de los vinos de la costa berissense. “Nos encanta la cultura, sí, pero hay algo que me gustaría dejar en claro: acá se come bien (risas). Nos interesa que el espacio pueda articular las dos cosas, cultura y comida rica”, y qué mejor forma para escuchar tango en vivo que con una copa de vino regional y comida casera.
Raíces del Dawson, ubicado en la esquina que encuentra las calles Nueva York y Marsella, emplea a trabajadores del barrio y apuesta a la música local y a la comida casera. El bar puede visitarse de jueves a domingos, los días laborables desde las 7 de la tarde y los fines de semana con propuestas también al mediodía.
Publicado en Página/12