Estudiantes escribió otra página dorada de su historia al consagrarse campeón tras vencer a Racing en una final electrizante que tuvo de todo. El Pincha se impuso en la definición por penales luego de igualar 1 a 1 en el tiempo reglamentario, en un partido cargado de tensión, emoción y dramatismo hasta el último segundo.

La Academia había golpeado primero y parecía encaminar el título con el gol de Adrián “Maravilla” Martínez, que desató el festejo racinguista y puso contra las cuerdas al equipo de Eduardo Domínguez. 

Pero cuando el partido se moría y el trofeo parecía teñirse de celeste y blanco, apareció el corazón albirrojo. En la última jugada, Guido Carrillo ganó en el área y marcó el empate agónico que desató la locura de los hinchas de Estudiantes y llevó la final al alargue y luego a los penales.

Desde los doce pasos, el conjunto platense fue más efectivo y mostró temple en el momento decisivo para quedarse con la victoria y levantar la copa. El equipo de Domínguez confirmó su carácter competitivo y su capacidad para sobreponerse a la adversidad en una final que quedará en el recuerdo.

Más allá de lo futbolístico, el título también tuvo un fuerte trasfondo político. Juan Sebastián Verón celebró no solo la consagración deportiva, sino también lo que en el mundo Estudiantes se vive como un triunfo institucional: el presidente del club ganó el duelo frente a Claudio “Chiqui” Tapia en medio del conflicto con la AFA, reforzando la idea de un Estudiantes que se planta dentro y fuera de la cancha.

Con épica, personalidad y convicción, Estudiantes volvió a demostrar que sabe jugar estas instancias y que nunca se da por vencido. Un campeonato que se gritó con el alma y que quedará marcado como otra noche inolvidable para la familia pincha.