Dimensión latinoamericana

La figura de San Martín en los hechos históricos, por Carlos Ciappina

1850 - 17 de agosto - 2020.
1850 - 17 de agosto - 2020.

Al cumplirse el 170 aniversario del paso a la inmortalidad General José de San Martín el historiador berissense Carlos Ciappina se pregunta ¿qué podemos decir que no se haya dicho ya?, para dar pie a una reflexión que marca la importancia de recordar a uno de los próceres más queridos por la Patria.

A continuación compartimos las palabras de Ciappina, que nos regresan a aquella época que sentaron las bases de nuestra Argentina.

La historia y la figura de José de San Martín han sido quizás  una de las más prolijamente distorsionadas de nuestra historia nacional y, por ende, Latinoamericana. Su historia vida y trayectoria la escribió Bartolomé Mitre y, a partir de allí su figura adquiriría los rasgos de un libertador “a medida” de la élite porteña y su proyecto de nación colonial. Un San Martín era exclusivamente “argentino”.

Desde esta perspectiva, en su desprendimiento, y lejos de toda especulación política, había liberado también a Chile y Perú. Dicha mirada le daba a la Revolución de Mayo una especie de preeminencia sobre las naciones liberadas, y a la Argentina, por añadidura, un liderazgo que se originaba en la misma Revolución nacida en Buenos Aires.

Este “argentino” era para imagen de la historiografía mitrista un brillante y desinteresado general;  poco inclinado a la política y de allí su fracaso frente al “ambicioso” Simón Bolívar para definir quien tendría la gloria de finalizar la guerra contra el imperio español.

Miles de actos, manuales escolares, noticias y análisis en los medios hegemónicos y obras literarias o semihistóricas (recuérdese por ejemplo el “Santo de la Espada”) retomaron y ampliaron esta mirada del general nacido en Yapeyú. Pero algunas preguntas quedaban sin respuesta:

¿Por qué San Martín después de pelear por España  por  casi veinte y tres años (desde 1789 hasta 1811) se vino a América a luchar contra sus ex compañeros de armas? ¿Cuánto habían influido en su decisión americana sus orígenes y en su relación con los pueblos latinoamericanos? ¿Por qué nunca se había autodefinido como un general “argentino” y siempre habló de la causa americana?, ¿por qué le había legado como herencia su sable al general Rosas que había sido repudiado permanentemente por la elite “civilizada”?  

En un nuevo aniversario de su muerte y en pleno resurgir de la identidad latinoamericana señalemos algunas respuestas para recuperar su historia y la de nuestros pueblos:

Si uno recorre hoy el pueblo de Yapeyú y camina unos pocos metros desde la casa en donde nació se encuentra con el Río Uruguay. Tierra colorada y transitada durante miles de años por los guaraníes, desde hace cientos por españoles y los portugueses. El mismo Yapeyú era la capital de las misiones al momento del nacimiento del general en 1778. Y más allá de las disputas por su origen, evidentemente compartió su infancia con campesinos y guaraníes.

Si fuera así mucho se explicaría sobre su firme convicción emancipadora, también sobre su profundo respeto y trato para con los pueblos originarios (“mis hermanos los indios” o “yo también soy indio” fueron frases textuales del libertador),  y también explicaría el desprecio con que las elites españolas del Perú se referían al general libertador como el “indio misionero”; el general napoleónico Brayer lo denominó el “tape de Yapeyú” , otros lo llamaron “el cholo de misiones” ; “el paraguayo” o “el indio”.

San Martín a los seis años partió para España y siguió la carrera que seguían los criollos que no podían aspirar a cargos más elevados: la carrera militar. Luchó con total convencimiento por España y fue escalando posiciones en el ejército español hasta llegar al grado de Teniente Coronel. Como oficial español pidió licencia para venirse a América ¿Por qué?, para construir una sociedad emancipada de la tiranía y el absolutismo. Esa convicción profunda nunca la perdió y fue siempre su punto de fricción con la elite liberal, unitaria y colonial de Buenos Aires, que soñaba con un proyecto antipopular y particularista, de patria chica asociada al poder británico.

San Martín no fundó el “ejército argentino”. Comandó el cuerpo de Granaderos a Caballo, luego se hizo cargo del “Ejército del Norte” y finalmente fue el general del Ejército de los Andes, de característica pluriregional y sudamericano.

San Martín tuvo siempre un fuerte compromiso político: lejos de ser “el santo de la espada”, cuando tuvo que intervenir en política lo hizo a conciencia de que esa dimensión era imprescindible a los fines de alcanzar la emancipación: Supo ganarse el apoyo del gobierno  (El Primer Triunvirato en 1812) para que le permitan crear un nuevo regimiento: el de Granaderos a Caballo; convenció al Segundo Triunvirato  de que la estrategia de ir por el Norte contra el Perú era una quimera y, tras cartón se hizo designar por el nuevo Director Supremo Posadas como gobernador de Cuyo, convencido de que sólo desde el control político podía organizar la campaña de los Andes. La política fue una de sus grandes habilidades junto con su capacidad militar.

A su vez, se negó terminantemente a involucrarse en las guerras civiles posteriores a la independencia y en la misma línea se opuso terminantemente a la injerencia extranjera inglesa y francesa que en alianza con los unitarios atacaban territorio americano.

Desde este convencimiento no dudó en legarle su sable corvo al General Juan Manuel de Rosas como reconocimiento a la lucha sostenida contra los bloqueos anglo-franceses que intentaban doblegar las medidas soberanas de la Argentina.   

El general José de San Martín vivió sólo 17 de sus 72 años en América y de esos años sólo 11 en su vida adulta. En esos once años recorrió el litoral y el norte argentino, atravesó los Andes y recorrió los valles de Chile; surcó el Pacífico y se internó en el Perú, construyó una fuerza político-militar con argentinos, bolivianos, peruanos y chilenos. Toda su vida posterior la dedicó a defender la causa americana en cada una de las intervenciones europeas contra los nacientes países latinoamericanos.

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