Otras costumbres

Los chicos ya no juegan en la vereda

La tecnología de avanzada y la inseguridad influyeron en los cambios de hábitos. Paloma y Salvador juegan y se divierten con la Wii y con la compu.
La tecnología de avanzada y la inseguridad influyeron en los cambios de hábitos. Paloma y Salvador juegan y se divierten con la Wii y con la compu.

LA PLATA, Abril 18.-(BerissoCiudad.com.ar) Cambios del estilo de vida de las familias, una tecnología que como un torbellino voltea los usos y costumbres más tradicionales, una televisión por cable que tira sus tentáculos 24 horas sin parar y una falta de seguridad que obliga al resguardo llevaron a que, en apenas una generación, los chicos hayan dejado de jugar en la vereda, no se junten con el vecino de al lado y cualquier alternativa al aire libre sea un programa especial y no una rutina del entretenimiento cotidiano.

 

Iñaki (12) se instala en privado frente a internet y se apasiona con la oferta lúdica del Facebook o, sin horarios limitados por la transmisión, se queda mirando los dibujos animados ideados para púberes por las cadenas del cable, y si está con amigos (del colegio o de taekwondo, no del barrio) enciende "la play" o juega a la pelota, pero siempre en el parque o el fondo de una casa. Para él, andar en bicicleta por la vereda como hacía Juan (46) en barrio Norte o competir con "la bolita" como se divertía José (76) en la calle de tierra de 68 y 26 son sólo relatos de tiempos remotos de las infancias de su papá y su abuelo.

 

Las formas lúdicas infantiles se transformaron en pocos años. No sólo porque los entretenimientos son otros sino porque los escenarios cambiaron. Ya no se sale a jugar mientras que la mamá se asoma cada tanto a la puerta; los nenes de la clase media y de las grandes ciudades no se trepan a los árboles, no "construyen" casas en los terrenos baldíos ni dan vueltas a la manzana en bicicleta. Los divertimentos clásicos de los niños y las niñas se reservan, en el mejor de los casos, para el recreo escolar. En ese espacio Agostina (8) sí salta con el elástico y juega a la rayuela con sus compañeras de clase, y Marco (10) grita "pica" en un rincón del patio de la escuela. Pero "afuera", nada.

 

No hace tanto que Mariana Bozzi abandonó los juegos en el barrio de 68 entre 3 y 4. Mucho tiempo no ha transcurrido y en su memoria permanecen intactas las actividades con las que se divertía, al aire libre y con sus amigos de la cuadra: "Yo llegaba del colegio y me iba a jugar con el vecino de al lado; estábamos en la vereda, andábamos en bicicleta, me trepaba a los árboles; hacía experimentos caseros. Y la verdad es que yo ahora no dejo que mis hijos salgan a la calle. Es cierto, además, que hoy los chicos pueden mirar televisión en cualquier horario y que la mayoría de las madres trabaja y no está en la casa vigilando mientras juegan en la vereda, como pasaba cuando yo era chica", reflexionó la madre de Paloma (7) y Salvador (5).

 

Los hijos de Mariana son una de las tantas muestras del giro que se dio en pocos años en las costumbres lúdicas de los niños. Paloma dibuja en su cuarto, arma collares y pulseras de sets que se adquieren para armar bijouterie y, sin poder escapar a la tendencia de la época, se entretiene largas horas con la "compu". Su pequeño hermano Salvador es un as de la "wii", maneja con fervor la amplia oferta de juegos que ofrece internet y resulta difícil sacarle de las manos el Iphone de su mamá, del que conoce todas funciones mejor que un adulto.

 

"UNA PIEZA DE MUSEO"

 

"Los juegos infantiles cambian con los tiempos, pero no tanto", opinó el psicólogo Leopoldo Mancinelli, que se remitió a una obra de arte representativa del tema. "En una pintura de Brueguel, de 1560, llamada Juegos de Niños -recordó- hay grupos de niños ver ejecutando 84 juegos identificables, es decir, juegos que podría reconocer cualquier contemporáneo de menos de 35 años. "¿Entonces los chicos estuvieron más de quinientos años repitiendo los mismos esquemas lúdicos? En cierto sentido sí. Saltar la soga, la payana, el gallo ciego, el balero, el barrilete, la cinchada, y otros tantos han entretenido a los niños durante tantos siglos. Sin embargo, hace unos pocos años la cosa ha cambiado de manera significativa, y los juegos mencionados pasaron a ser una pieza de museo".

 

Mancinelli subrayó la idea de que en otros tiempos se jugaba en lugares abiertos, públicos, con reglas simples que implicaban algún grado de destreza y despliegue físico y que esa manera de entretenimiento se desarrollaba en un tiempo extendido. "En los juegos actuales -distinguió el psicólogo- se ha diversificado al infinito la variedad de ofertas lúdicas, que a su vez caducan cíclicamente y deben ser renovadas de manera vertiginosa, de modo tal que el juego atrapa a los niños con su omnipresencia y su convite permanente. Todo debe ser consumido con ansiedad, porque detrás de este juego está esperando el próximo listo para ser estrenado, a un ritmo tan febril que muchísimos paquetes quedan sin abrir".(Fuente: EL DIA)

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