Su fallecimiento
Dirigente barrial impulsor de decenas de movidas solidarias, referente "tripero" en una amplia zona de Berisso, contador con extensa trayectoria en entidades cooperativas de
Hijo de Luis Alfredo Argüello -jefe de personal en los frigoríficos Armour y Swift-, y Dora Leonor Cuff, -secretaria bilingüe, de ascendencia irlandesa, y taquidactilógrafa de la gerencia del Swift-, Alfredo Eduardo nació en Berisso el 23 de septiembre de 1952.
La cuadra de 125 entre 62 y 63, cuando "casi todo era campo", fue el escenario de las primeras experiencias infantiles, compartidas con su hermano Carlos. Luego llegaron los estudios primarios y secundarios en el San José platense. Vinculado desde siempre con la comunidad parroquial de San Miguel Arcángel, formó parte de los grupos coordinados por el párroco Laureano Diez.
En el templo ubicado frente a la plaza de Villa Argüello también conoció a Carlos Cajade, Mario Ramírez y Daniel Manzuc, y se relacionó con la militancia social y política en tiempos de dictadura mientras estudiaba la carrera de Ciencias Económicas en
Poco antes de graduarse, privilegió la opción laboral e ingresó en
Apasionado por Gimnasia y Esgrima, socio vitalicio albiazul, aspiraba a fundar en Villa Argüello una filial que no sólo se enfocara en lo deportivo. Hace seis años lo logró; la bautizó "H.Carro-R.Emmerich", la albergó en el quincho de su casa, y la orientó a la realización de colectas, donaciones y eventos que beneficiaron a numerosos establecimientos educativos, deportivos y sanitarios.
Casado en 1985 con Lelia Mabel Giaquinta, tuvo dos hijas -Ana Laura y Julieta- con las que estuvo unido por el amor paternal y un orgullo recíproco e incondicional. Aficionado a la pelota-paleta, el remo y el fútbol, de temperamento cordial pero intenso cuando la ocasión lo requería, siempre listo para recurrir al chiste y al "bocadillo" ingenioso en el momento justo, promovió la designación del 2 de mayo -cumpleaños del padre Cajade- como aniversario de su querida localidad. Es que para "Freddy" Argüello, en sus propias palabras, ser "tripero" no era "sólo gritar desde la tribuna, sino trabajar por el barrio y la calidad de vida de sus vecinos".
Publicación realizada en el diario El Día