Vecinos de calle 34 y 165 se reunieron con el fin de visibilizar las molestias que les genera la actividad de un aserradero de la zona que, según manifestaron, “resulta un foco infeccioso dentro del barrio”.

Más allá de los pedidos que efectuaron durante los últimos meses ante el Municipio con el fin de buscar una solución a este punto de conflicto, la preocupación se acrecentó debido a que, el pasado martes 15 de septiembre, en el lugar se produjo un principio de incendio aparentemente “intencional”.

De esta manera, lo que en un principio se abordó como un pedido de ayuda terminó siendo una discusión entre los frentistas y los trabajadores que quieren mantener su puesto laboral.

En diálogo con este medio, Hilda, una de las responsables del aserradero, comentó que en varias oportunidades se dirigió a la Municipalidad y a la Delegación para limpiar el predio.

“Yo a los vecinos los entiendo y la mugre la estoy tratando de sacar. Pero está no es la primera vez que me lo prenden fuego”, expuso y recalcó: “por eso quiero que me den una mano con algunos camiones”.

Por otro lado, las familias afectadas por esta situación dejaron en claro que su intención no es pedir el cierre del establecimiento, sino asegurarse de que en algún momento se van a tomar las medidas necesarias para evitar futuros incendios y, además, que siga contaminando, “porque el polvillo y las ratas nos afectan a todos”.

Sobre el final, destacaron que “de alguna u otra forma se tiene que dar un fin a esto, porque en la zona hay comedores, como lo es el de María Retamar, ancianos y niños que día a día padecen la falta de higiene y por ende las malas condiciones de salud”.