A 14 años de la desaparición de Jorge Julio López

Rubén López: “Mi viejo nos enseñó algo y es que hay que perseverar y creer en la justicia”

Rubén López en la plazoleta que homenajea a su padre.
Rubén López en la plazoleta que homenajea a su padre.

A 14 años de la segunda desaparición de su padre, Rubén López sigue en la búsqueda de respuestas, afrontando una intensa lucha que no ceja ante jueces, errores, ni burocracia. Una persistencia que talló Jorge Julio y quedó marcada a fuego para cumplir un valioso objetivo: encontrar justicia.

“O esta falta de justicia”, frase con la que Rubén abrió la entrevista para fundamentar el por qué junto a su hermano optaron por continuar con las acciones legales que quedaban por corregir, como lo fue el cambio de carátula de la causa que en este 2020 pasó a ser “ausencia por desaparición forzada de personas”.

Algo que se habían prometido no hacer mientras viva su madre pero que evidentemente aclamaba otra dirección, “porque el pasado 18 de septiembre se cumplieron 14 años de esta segunda desaparición y lo más difícil de llevar es que fue en democracia”.

“Durante todo este tiempo se cometieron muchos errores; sin ir más lejos la protección a los testigos se dio después que sucedió lo de mi padre. Protección que a él no se le ofreció”, recordó.

“Y estas, como otras cosas, lamentablemente nos marcaron, que los genocidas fueran juzgados, las leyes de impunidad, o que en su momento sólo se lo señale a Miguel Etchecolatz”, anexó.

En este sentido, reflexionó: “uno siempre se pregunta qué es lo que quisieron hacer con la desaparición de mi viejo pero, al margen de ello, el suyo fue un juicio que sentó las bases de quienes vinieron después”. También dio cuenta que en plena vorágine hubo testigos que tuvieron miedo a decir, a contar; sin embargo, “eso no los frenó”.

Recorriendo el panorama actual y en respuesta al pedido de un minúsculo sector de la sociedad que opta por el negacionismo y la simpatía con la dictadura cívico-militar, López respondió: “esas personas o fueron partícipes o no tuvieron una persona desaparecida en su familia. Hoy faltan alrededor de 300 nietos a los cuales se les está robando su identidad o siguen secuestrados. Después de cuatro años de un Gobierno negacionista hay gente que también se anima a seguir negando”.

En democracia “se supone que el Estado no desaparece personas, pero de todas formas lo hubo”, recalcó. “Por eso cuando uno dice desaparición de personas tiene que explicarlo. Pero al margen de ello, surgen grupos de apoyo entre quienes pasamos por situaciones similares y queremos seguir adelante, haciendo hincapié en la investigación a tiempo”, prosiguió.

Mientras tanto, el recuerdo se mantiene permanente como lo es el ejemplo de la plazoleta “Jorge Julio López”, ubicada en calle 18 entre 156 y 156 norte de Berisso, donde todo lo que se haga suma, “porque en ese lugar el sábado 31 la Agrupación 27 de Octubre reparó los juegos, pusimos una placa y el domingo los chicos ya estaban en los juegos”.

En el marco de esa reparación se conmemoró la primera desaparición de Julio y tres años del fallecimiento de su madre, por lo cual, “fue un combo muy emotivo”. Sentimiento que constantemente lo lleva al fatídico 2006.

“Uno se hace a partir de lo que le pasa y trata de canalizarlas haciendo cosas. En este caso, el lugar que se termina convirtiendo en una Plaza como lo es ésta con el nombre de mi viejo,  es más que bienvenido, primero porque los vecinos piden que se haga una plaza y segundo porque los vecinos piden que lleve el nombre de mí viejo”, señaló el activista.

Y mencionó que gracias a todo ello “se puede formalizar con una ordenanza”, que se elaboró en el Concejo Deliberante junto a la querida Mabel Fonseca, convirtiendo un bañado en algo útil.

Ya sobre el final de la nota surgieron dos interrogantes siempre latentes. Lo que faltaría hacer: “investigar qué pasó con mí viejo, cuáles fueron los autores intelectuales, dónde está”, argumentó Rubén.

Lo que como hijo le preguntaría: “si lo que estamos haciendo por él, manteniendo su legado, está bien. Y me imagino la respuesta que es sí. Lo que siempre digo es que mi viejo nos enseñó algo, y fue que hay que perseverar y creer en la justicia”.

Y así sigue él, como en ese banco de plaza donde deja un lugar vacío a la espera de alguien con quien anhela un reencuentro.

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