 
                    Mientras las familias de Berisso viven horas de angustia cada vez que llueve, el intendente duerme tranquilo, proyectando canchas de básquet y espacios recreativos, sin atender una realidad urgente: las reiteradas inundaciones que ponen en riesgo la vida de los vecinos.
Cada tormenta se transforma en una pesadilla. Las casas se llenan de agua, los electrodomésticos se arruinan, los niños se enferman, y la posibilidad de infecciones o electrocuciones está siempre latente.
Los vecinos pasan las noches en vela, intentando salvar lo poco que tienen, lo que tanto esfuerzo y años de trabajo les costó conseguir. La desesperación y el llanto se repiten, mientras la respuesta del gobierno municipal brilla por su ausencia.
Señor intendente, no necesitamos colchones ni frazadas cada vez que Berisso se inunda.
Necesitamos obras reales y duraderas: desagües, cámaras de desagote, limpieza de canales, y un plan integral que priorice la seguridad y la dignidad de quienes habitamos esta ciudad.
Usted camina las plazas un día de sol, pero cuando llega el diluvio desaparece. Mientras tanto, los trabajadores seguimos luchando para llegar a fin de mes, resistiendo en medio del agua y el abandono.
Berisso no necesita promesas: necesita gestión, compromiso y respeto por su gente.
Rosario, de calle 34 y 167