Entrevista

El valioso trabajo en salud mental

El psiquiatra Raúl Caminos.
El psiquiatra Raúl Caminos.

A continuación, una entrevista de Cecilia Doval con el médico psiquiatra Raúl Caminos, especial para BerissoCiudad.

 

Cecilia- En el documental “Comunidad de Locos” de Ana Cutuli, donde se hace referencia a la Comunidad Terapéutica de Federal (Provincia de Entre Ríos) y a su trabajo, como mentor y director de la misma entre los años 1968 y 1976, dan su testimonio varios psiquiatras muy reconocidos y todos coinciden en que su comunidad era un paradigma para el trabajo en la salud mental. De hecho el Dr. Grimson cuenta una anécdota que cuando viajó a México, a un congreso sobre psiquiatría comunitaria, si no recuerdo mal.  Todos le preguntaban ¿cómo siendo él argentino no conocía Colonia Federal?, Además hay  varios textos que hablan sobre esto, como es el caso del Dr. Emiliano Galande. ¿Por qué Ud. no ha escrito nada al respecto?

Dr. Caminos:- También en el libro de Moffat hay artículos sobre Federal, el mismo se llamó “Psicoterapia primera”, ahora se volvió a publicar con otro nombre. Y también en uno de Vanier y Carpintero, “Huellas de la memoria” de Ed. Topia.... Para algunos soy considerado un prócer de la psiquiatría, es verdad, para otros, otras cosas que no podría decir acá. Pero la verdad es que solo “me mandé al ocultamiento”, no quiero estar en conferencias…si no que tiene ¿uno de uno mismo?  Pero ahora a mis setenta años estoy escribiendo un libro, un poco obligado por mi hija, por una amiga y por mi analista, aunque tengo escritos del año 68, la editorial va a ser Polemus.

Cecilia: -Evidentemente para irse con 110 enfermos psiquiátricos del Hospital Borda en tren hasta Federal, a inaugurar una colonia, para luego proseguir esa labor con todos los contras que deben haber surgido, hay que tener mucha vocación, ¿Cuándo y dónde surge la misma?

Dr. Caminos: -Por la psiquiatría comunitaria surge, cuando era estudiante de medicina y, fui a buscar cadáveres a la Colonia Psiquiátrica de Oliva (Prov. de Córdoba). Eso me aterró, en el acto me representé gente en un campo de concentración. En el secundario pensaba seguir ingeniería, y cursando en tercero o cuarto año la materia de Psicología, me di cuenta que eso era lo mío. Por lo que entré a la Facultad de Medicina, de la Universidad Católica de Córdoba, para ser psiquiatra. Cuando conocí la psiquiatría en Córdoba y luego en el Hospital Borda se acentuó mi idea de que eso tenía que cambiar: los horarios, cómo comían los enfermos…Como residente me asignaron los “caños”, los más crónicos, total era cordobés, recién llegado y muy joven. Pero yo discutía mucho, sobre todo con los klenianos (línea psicoanalítica pos-freudiana)…Y empecé con un paciente belga…a hablarle en francés, entonces ahí me di cuenta que no era que no podían hablar. De los que me tocaron a mí (pacientes de servicio) los levanté a todos, los llevé a caminar por el Hospital (Borda), cosa que la mayoría hacía años no hacía.  Nadie les proponía el deseo, el psiquiatra debe proponerlo, eso es un inicio del vínculo social. Obvio que va a ser un lazo social débil, es el “Cuarto Nudo” débil, que debe estar sostenido por el terapeuta y la institución. Creo que deben existir nuevas instituciones para trabajar lo social, con personas bien pagas. El problema es:

1-Las autoridades estatales dicen que no hay presupuesto, lo cual es verdad.

2-La Organización Mundial de la Salud dice que hay que darle bolilla a los pacientes agudos y no a los graves. Sin embargo cuando el paciente sabe que alguien lo puede sostener se recupera. Jamás vamos a interpretar la transferencia en un psicótico, pero es ésta la que hace de “Prótesis en el Nombre del Padre”, el psiquiatra hace de padre. Es ahí que puede entenderse el “Discurso del Amo”, la palabra en sí, que da la “Organización de los Significantes”, aparece la palabra que debe ser reconocida por el otro. Yo creo en esta teoría porque la practiqué. Esto se consigue también con la ayuda de la medicación, y quiero aclarar que no es todo, además de la palabra del terapeuta y coterapeutas (personal y pacientes vinculados con ese paciente). Y el marco funeral de la comunidad terapéutica que sea coherente con lo que anuncia, y el marco general de todo lo que se realiza dentro de la institución, con, para y del paciente, no sobre el paciente. Es así como se constituye como partícipe, y dueño de la institución, por lo tanto cogobierna con las autoridades institucionales. Es importante que lo propuesto por este, sea cumplido por la autoridad y de no ser posible por cuestiones institucionales, que lo hacen inviable, discutirlo de forma dialéctica, en las asambleas generales; o en los grupos especiales que se llevan a cabo en el hospital. Esto implica una participación activa.

3-La no formación del médico psiquiatra en las cuestiones psicosociales, y el demasiado énfasis en los aspectos psicobiológicos: medicación y otros tratamientos médicos. Cuando la formación progresa hacia los mismos, se busca sólo que el paciente se adapte al medio (conductismo y cognitivismo). A mi criterio se deben utilizar teorías que consideran al paciente como un sujeto, y como una persona, tales como el psicoanálisis, que permiten una verdadera resocialización del paciente y recuperación de la dignidad humana. Otras profesiones de la salud mental: psicólogos, terapistas ocupacionales, asistentes sociales, han quedado en la relación profesional-paciente y a lo sumo en la realización de pequeños grupos, siendo que estando muchos en equipo, el psiquiatra podría proponer un programa que tenga una orientación del tipo de la comunidad terapéutica. Tal vez el predominio del psiquiatra es lo que impide a estos profesionales el inicio de este tipo de programas.

Cecilia: -¿Cómo ocurre su desvinculación  como director de la Colonia Federal?

Dr. Caminos: -Después de casi diez años de estar allí, y con la llegada del proceso (una era de hierro y oscuridad para la República Argentina) y enterado por las autoridades militares de salud mental de que los establecimientos iban a pasar a las provincias, con la implicación pública que eso suele tener en las administraciones provinciales decidí solicitar el cambio de destino. Sin saber, que ya estaba decido por ellos la remoción de los directores de hospitales que hubieran pertenecido a la administración anterior. Conociendo las costumbres de la vida militar, por haber estado en la Antártida, con la marina de guerra, como médico antártico desde fines del 65 a comienzos del 67, el argumento usado por mí, ante las autoridades de salud mental militar fue: “doctor la permanencia en el mando desgasta la conducción”. Y solicité pasar al Hospital Borda, sabiendo que no me iban a mandar y a donde tampoco quería ir. Ahí no más, me mandaron al Moyano, donde me desempeñé como jefe en un Servicio de Rehabilitación, bajo el dominio absoluto de las autoridades militares, debiendo ocultar todas mis ideas comunitarias, adquiridas en Colonia Federal. Era una manera de preservar la vida, y me fue útil esto porque ante una denuncia como oficial montonero, realizada por mi reemplazante en Federal, estuve a punto de ser detenido. Se argumentaba también que al haber hecho comunidad terapéutica, yo era comunista, ya que estaba asociado al término comunidad. Hasta el 81-82 no hablé de comunidad terapéutica, tal es así que allegados y conocidos de Córdoba, mi provincia natal, me creyeron muerto. Casi como un castigo, del Moyano me trasladan al Centro de Salud Mental Nº 3  Ameghino, del cual el director era mi ex reemplazante en Colonia Federal, a quien  habían trasladado a Buenos Aires. Donde sin duda, también la pasé mal, aunque soy muy católico, ¡tal es así que Dios me vive perdonando (risas)! Al fundarse el Nuevo Hospital Alvear (esto tuvo que ver con la reorganización de la salud, ante la inminente llegada de la democracia), en 1982  solicitaban psiquiatras para desempeñarse como jefes de guardia, y decidí presentarme. Inicié mi labor en enero de 1983 y ahí permanecí hasta mi jubilación en el 2006.

 

*Agradecimiento a la Licenciada María Cristina Sharry, por colaborar en hacer posible esta entrevista.

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